viernes, 1 de abril de 2011

RESEÑA DEL CAPÍTULO “MOTIVACIÓN, PERSONALIDAD Y ADICCIÓN” DEL LIBRO “PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN Y LA EMOCIÓN” DE IGNACIO IBÁÑEZ Y GENERÓS ORTET


Los autores afirman que el alcohol interactúa con dos sistemas afectivo/motivacionales que se centran en la fundamentación biológica de la personalidad.
Ignacio Ibáñez Ribes, es profesor titular del Departamento de Psiciología Básica, Clínica y Psicobiología de la Universidad Jaume I. El segundo, Generós Ortet Fabregat, estudió licenciatura en artes en la Universidad Autónoma de Barcelona en 1985; y cinco años más tarde, se graduó como Doctor de Psicología de la misma Universidad.
Su intención es explicar parte del origen de las diferencias individuales en el uso y abuso del alcohol, precisamente aquella variabilidad relacionada con la personalidad y con la motivación. Lo anterior los condujo a plantear dos ideas fundamentales. La primera, dos sistemas afectivo/motivacionales de personalidad, y la segunda, la relación entre personalidad y uso/abuso del alcohol.

            Por una parte, encontramos los dos sistemas. El primero de ellos es el Sistema  de Inhibición Conductual (SIC), y el segundo, el Sistema de Activación Conductual (SAC). Estos, además de presentar diferencias entre los individuos, y lo que se propone desde la psicología de la personalidad, explican las diversas bases de algunas de las dimensiones del temperamento y la personalidad.
De esta manera, el SIC es un sistema que “genera determinados estados emocionales de carácter negativo, especialmente de ansiedad y miedo” (pág 498), creando en el ser humano, una personalidad de emotividad negativa y neuroticismo[1]. El SAC, por su parte, es un sistema que “genera determinados  estados afectivos que han sido etiquetados como curiosidad, deseo, euforia o excitación” (pág 498), términos que usualmente se han relacionado más con la motivación que con la emoción, creando así, una personalidad que busca novedad, sensaciones y es impulsiva.
Esto sugiere que los seres humanos llevamos distintas formas de ser, lo cual en ocasiones, no nos permite interactuar de manera adecuada con el entorno, pues nuestro miedo y ansiedad nos limitan a relacionarnos; y, por el contrario, la curiosidad y el deseo nos hacen cometer actos que tal vez no queramos realizar. En definitiva, es una buena alternativa tener un poco de ambos sistemas que nos permitan un balance en la personalidad.
                   
            Por otra parte, la relación entre personalidad y uso/abuso del alcohol determinan rasgos de nuestra forma de ser y temperamento. De acuerdo con lo anterior, una de las clasificaciones más influyentes respecto al alcoholismo es: el de tipo I y tipo II. Así, la predisposición para el primero, que afectaría por igual a todos los seres humanos, estaría influenciado de forma más importante por factores de tipo ambiental y, en menor grado, por factores genéticos. Según los autores, las personas con este subtipo de alcoholismo “se caracterizan por rasgos de personalidad como una alta ansiedad, y la motivación principal para beber sería la reducción de la ansiedad” (pág 504). El tipo II de alcoholismo afectaría en mayor proporción a hombres que a mujeres, y estaría influenciado especialmente por factores genéticos y, en menor grado, por factores ambientales. La dimensión de personalidad más característica sería una alta búsqueda de novedad, y el motivo principal de consumo de alcohol sería atribuible a las propiedades reforzantes del mismo (pág 504).
Desde las perspectivas anteriores, la personalidad se relacionaría con el consumo de alcohol a través de la regulación afectivo-motivacional de los efectos que este provoca. Rasgos como la búsqueda de sensaciones se ligaría con la motivación para beber debido a los efectos positivos que el alcohol tiene, mientras que, el neuroticismo/emotividad negativa estaría relacionada con la motivación para beber debido a los efectos de reducción de ansiedad que el alcohol posee.

            En suma, con la existencia de dos sistemas conductuales como el SIC y el SAC, es un método factible para entender los procesos por los cuales pasamos cada uno de nosotros sin detenernos a analizar las circunstancias vividas a diario.
Cabe recordar, que el SIC genera estados afectivos negativos, especialmente relacionados con la ansiedad y el miedo, que se encuentran ligados a las dimensiones de personalidad ansiedad, neuroticismo y emotividad negativa. Por el contrario, el SAC genera estados afectivo-motivacionales de deseo o curiosidad que se manifiestan en dimensiones de personalidad como la búsqueda de novedad y de sensaciones.
Los autores revisados nos dejan entrever las singulares formas de adaptarnos a las circunstancias que nos presentan en la sociedad, tal vez por culpa del alcohol.
En este sentido, cabe señalar el amplio panorama sobre una personalidad desarrollada en muchos casos, por factores de adicción que generan trastornos afectivos inducido por el consumo de alcohol el cual puede causar síntomas depresivos, que hace al sujeto tener un comportamiento inapropiado.


No. de palabras: 800

Ibáñez, I; Ortet, G (2002). Psicología de la Motivación y la Emoción, capítulo 21: Motivación, Personalidad y Adicción. Madrid. Mc Graw Hill, 497-507.


[1]Es la inestabilidad emocional, inseguridad, tasas altas de ansiedad, estado continuo de preocupación y tensión, con tendencia a la culpabilidad. Tomado de: Ruíz, J; Cano, Justo (1997); Psicoterapia de la Personalidad. En: Psicología Online. Recuperado el 1 de abril de 2011 en http://www.psicologia-online.com/ESMUbeda/Libros/Personalidad/personalidad2.htm

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